Inmaculada Concepción
Talla en madera
policromada y estofada.
145 x 53 x 44cm
Anónimo
Ultimo tercio del siglo
XVI – primer tercio del siglo XVII
Iglesia de los Santos Justo y Pastor (Sepúlveda)
Introducción
El culto a la Virgen
María se vio determinado por su papel en la Encarnación de Dios, su
pureza define su carácter, su preservación
de toda mancha de pecado la convirtió propiamente en el único instrumento a través el cual Dios se hizo
hombre. Esto es precisamente lo que representa la Inmaculada Concepción, concebida sin mancha. Sin embargo esta idea levantó enormes
controversias entre los católicos más devotos,
especialmente entre dos órdenes religiosas, los dominicos y los franciscanos.
España fue el país donde más fuerza alcanzó la doctrina desde la Edad Media hasta el año 1854 en
que fue proclamado el dogma de la Inmaculada Concepción.
Por ello la iconografía de la
Inmaculada ha sido representada en numerosas ocasiones y con
variaciones dependiendo de cada época.
El Dogma de la Inmaculada
Concepción
La Inmaculada
Concepción de María fue una idea originaria de la
iglesia griega, que
posteriormente se extendió a la iglesia de Occidente, parece ser que sus
orígenes orientales deben mucho al Protoevangelio
de Santiago, texto que no pudo ser escrito antes del 150 d. C. Aunque el
Protoevangelio no propone la idea de la Inmaculada Concepción parece ser que la implica, en cualquier
caso el texto prueba que la devoción
mariana era una realidad incluso en fecha tan temprana. Se escribió como
glorificación de la Virgen y contribuyó decisivamente al
florecimiento de la mariolatría durante la Edad
Media
tardía.” Mientras en la iglesia de Occidente nadie ponía en duda que la Virgen fue concebida y alumbrada en pecado,
según el dictamen de San Agustín de que el
pecado original se transmitía a través de la concupiscencia de los padres.
La iglesia oriental no asume esta doctrina, y entre los siglos VIII y XII, la
fiesta del día de la concepción de Santa
Ana se incluyó en el calendario de la iglesia oriental. En 1128 los canónigos de Lyon decidieron
santificar la celebración del 8 de
diciembre (día de la concepción de
Santa Ana, y por tanto asumir que la concepción de la Virgen fue inmaculada, sin mancha), e
introducirla así en la Liturgia de Occidente.
Se inicia así un periodo de controversias iniciado por Bernardo de Claraval, que se
opone a la doctrina inmaculista, que tendrá su punto culminante en España en el
siglo XVII, y que finalizará con la proclamación del dogma en 1854 por el Papa Pío IX según el cual la Virgen María
fue preservada por Díos del pecado original desde su concepción.
Representación de la Inmaculada
Concepción en el Arte.
A pesar de la fuerza con que
penetra en España la doctrina de la Inmaculada Concepción es difícil encontrar representaciones
anteriores al siglo XV, no quiere decir que no las hubiera pero no fue un tipo
de representación que cristalizara hasta el siglo XV, en algunos lugares de la
península la pintura y escultura
inmaculista aparece más tarde. No es sorprendente que la iconografía de una
idea tan abstracta como la de la Inmaculada Concepción evolucionase tan lentamente, hasta el siglo XV la representación de la Inmaculada Concepción
se basó en adaptaciones de temas marianos medievales, como la Virgen como nueva Eva, el Árbol de Jessé, o el
Abrazo en la Puerta Dorada, no es hasta las proximidades del año
1500 cuando la Inmaculada Concepción se represente del modo que se haría
habitual durante el siglo XVII. A partir de este momento teólogos, artistas y
mecenas adoptaron temas y motivos esforzándose por crear una imagen que representase con claridad el más abstracto de los
conceptos: La
Inmaculada Concepción de María. El tratadista Molanus, de cara a la fijación del tipo iconográfico, lo concreta
en la Tota Pulcra, este es el tipo de Inmaculada
predominante a lo largo del siglo XVI y su tipo no se olvida durante el siglo
XVII. La Virgen Tota
Pulcra, basado en el Cantar de los Cantares, presenta a María de pie, con las manos
juntas en oración y con el cabello suelto, además cuando se la representa en
pintura aparece rodeada por los atributos, relacionados con su pureza. Desde el
Concilio de Trento, se añade a la
Inmaculada la idea de mujer
Apocalíptica, con la apocalíptica mandarla de los rayos del sol, la corona
de doce estrellas y la luna creciente bajo sus pies, rasgos tomados a su vez de
la tradicional iconografía española de la
Asunción de la
Virgen. Todos estos elementos conforman el tipo iconográfico
definitivo, que será venerado en España, durante las dos centurias siguientes. Sólo cabría añadir a la síntesis de la Tota Pulcra con la Mujer Apocalíptica,
la Mujer del Génesis “María como nueva Eva”,
cuya concurrencia con el Inmaculismo es también antigua pero que ahora servirá
para matizar ciertos detalles,
principalmente la conversión del dragón apocalíptico en la serpiente
diabólica del Génesis, que lleva en su boca el pecado de Adán y Eva.
La evolución del tipo iconográfico de la Inmaculada en España de hecho se
hizo prácticamente de espaldas a Europa, de forma que de aquí salió un tipo
genuinamente peninsular.
La Inmaculada
Concepción de la Iglesia de los Santos Justo y
Pastor.
Esta talla procede de la
Iglesia de los Santos Justo y Pastor. Durante mucho tiempo fue venerada
popularmente como Virgen del Rosario ya que se encontraba vestida y en sus
manos portaba un rosario.
En este caso, la Virgen, está representada como una joven doncella de pie en oración. En
cuanto al rostro, podemos apreciar
un tratamiento naturalista, pero sin llegar aún a la manifestación del sentimiento
que se va a desarrollar en el pleno Barroco, los ojos entornados miran
recatadamente al suelo, en actitud de humildad, se encuentra sumida en oración.
El rostro queda enmarcado por el cabello,
suelto pero a su vez trenzado en algunas zonas, creando un peinado de una gran
delicadeza y elegancia, en la parte posterior cae sobre su espalda, símbolo de
la pureza de las doncellas, en este caso el cabello es dorado. La actitud
meditativa se aprecia en sus manos
apenas unidas por los dedos a la altura del pecho. Viste una túnica estofada, con fondo rojo, aludiendo a la parte
humana de María, esta túnica cubre por un manto el cual cae desde los hombros y se recoge creando una
infinidad de pliegues bajo uno de sus brazos, el manto es de color azul en el fondo,
haciendo referencia a la divinidad de la Virgen, decorado a base de motivos vegetales dorados y
con una cenefa que le bordea incorporando tonalidades rosas y motivos
florales. Los pliegues de la talla son más angulosos y marcados que en épocas
anteriores, pero todavía están alejados del movimiento exagerado que
predominará después, lo que permite percibir la perfecta composición piramidal que ha desarrollado el artista.
La Virgen se encuentra apoyada sobre nubes y la media luna creciente, de la que
únicamente se perciben las puntas
A sus pies dos niños portan
el escudo de los Proaño, dirigen su mirada a la Virgen, mostrando así la devoción de la
mencionada familia, y que esta habría costeado la obra.
Bibliografía.
GARCÍA MAHÍQUES, RAFAEL. “Perfiles Iconográficos de la Mujer del Apocalipsis como símbolo mariano.
Ab initio et ante saecula creata Sum”. Ars
Longa, 7 – 8. 1996 – 1997, pp. 177 – 184.